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miércoles, 8 de febrero de 2012


Blas de Lezo Olavarrieta “Patapalo”

El Almirante “Patapalo” Blas de Lezo nace en Pasajes (Guipúzcoa), en 1689, participó en 22 batallas y fue el protagonista de uno de los hechos militares más heroicos en una historia militar cuajada de ellos como la española.

En 1701 ingresa como guardamarina y tres años después entra en combate en el seno de la escuadra francesa contra la fuerza combinada anglo-holandesa en la batalla de Vélez-Málaga, en el marco de la Guerra de Sucesión Española.

Allí perderá una pierna por impacto de bala de cañón, siendo ascendido a alférez de navío, y después a teniente de navío, por su valor y la serenidad demostrada en tal crítica circunstancia.

En la posterior defensa del castillo de Santa Catalina, de Tolón, pierde el ojo izquierdo. Ostenta el mando de varios convoyes de apoyo a las tropas de Felipe V en Barcelona, burlando el bloqueo británico. En uno de ellos se libra del cerco en el que estaba incendiando alguno de sus buques.

En 1713 es ascendido a capitán de navío, y al año siguiente pierde el brazo derecho en el segundo sitio de Barcelona. Al mando de una fragata apresa once barcos británicos superiores en armamento.

Al término de la Guerra de Sucesión se le otorga el mando del buque insignia “Lanfranco” y el mano de la Escuadra de los Mares del Sur, capturando numerosos navíos holandeses y británicos y limpiando de piratas las costas del Océano Pacífico.

En 1725 se casa en Perú y en 1730 regresa a España siendo ascendido a comandante de la Escuadra Naval del Mediterráneo. Es entonces cuando, en la República de Génova, va a cobrar los 200.000 pesos adeudados a la Corona española y retenidos en el Banco de San Jorge, y exige un saludo de desagravio a la bandera española o bombardeará la ciudad. El Senado genovés cedió inmediatamente.

En 1732 comanda una expedición a Orán de 54 buques y 30.000 hombres, que conquista la ciudad. Retomada por los piratas argelinos, Lezo logra su fuga con 6 navíos y 3.000 hombres, persiguiendo a su nave capitana de 60 cañones, que se refugia en la bahía de Mostagán defendida por dos castillos y 4.000 combatientes.

Lezo entra en la bahía bajo intenso fuego e incendia la nave enemiga, derruyendo en parte los castillos. Patrullaría aquellas aguas obstaculizando los refuerzos turcos hasta que una epidemia le obliga a regresar.

El navío de Blas de Lezo remolcando una nave inglesa prisionera.En 1734 es ascendido a General de la Armada. En 1734 regresa a América y es nombrado comandante general de Cartagena de Indias, donde va a protagonizar un hecho heroico hoy injustamente olvidado: la derrota de la Armada inglesa.

En octubre de 1739 estalla la “guerra de la oreja de Jenkins” con Gran Bretaña. El motivo inicial es el incidente protagonizado por el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, que captura el navío británico “Rebbeca” y le corta una oreja a su capitán, Robert Jenkins con la advertencia de hacer lo mismo a su Rey si continúa el tráfico ilegal en aguas españolas. La causa real fue la ambición de los comerciantes británicos y su deseo de expandir sus mercados.

Planean para ello la conquista de Cartagena de Indias, principal centro comercial. El Comandante Edward Vernon, apoyado por el Comodoro Anson y el General Woork, es el encargado de hacerlo. Años antes había tanteado la plaza dos veces, siendo puesto en fuga por Lezo con diversas exitosas estrategias.

Vernon venía precedido por el éxito de una acción de rapiña en la mal defendida Portobelo y llega con la mayor flota de combate conocida hasta el desembarco de Normandía: 186 barcos con 2.000 cañones y 23.600 hombres frente a 3.000 españoles con 6 navíos, pero comandados por el Virrey Sebastián de Eslava, Teniente General, Blas de Lezo, General de la Armada, el Mariscal de Campo Melchor de Navarrete, gobernador, y el ingeniero militar Carlos des Naux, castellano del castillo de San Luis de Bocachica, todos ellos decididos a no ceder.

Los cuatro jefes superarán diferencias de criterio y defenderán la plaza en una batalla que pasa a la Historia como memorable.

Vernon llega el 13 de marzo de 1741 y escribe cartas desafiantes a Lezo, que responderá tachándole de cobarde.

Asedio de Vernon a Caratagena de Indias.El cañoneo al castillo de Bocachica durará 16 días y noches, 62 disparos de grueso calibre por hora sobre los 500 hombres que lo defienden, previo silenciamiento de las baterías de los buques cercanos. Después viene el desembarco de infantería y artillería en superioridad abrumadora, que logra rebasar una defensa a ultranza con Lezo y des Naux en primera línea.

Lezo hunde otros tres barcos logrando sellar parcialmente el canal navegable del castillo, pero la nave capitana “Galicia” es capturada. Las tropas se repliegan a la fortaleza de San Felipe de Barajas, ahora con 600 defensores, sin intentar defender el castillo de Bocagrande, contra el criterio de Lezo. Hunden los otros dos buques para cegar el canal, retrasando el avance británico pero no deteniéndolo. Estos dejan el castillo de Manzanillo a un lado.

Vernon entra triunfante en la bahía con las banderas desplegadas y envía la noticia de su triunfo a Londres, donde sus amigos hacen acuñar medallas conmemorativas en las que se ve a un arrodillado Lezo y seis navíos en el reverso. Estas medallas, aún existentes, serán motivo de burla durante mucho tiempo.

La noche del 19 de abril, una vez convenientemente cañoneada la fortaleza, Vernon ataca con la infantería, que no logra doblegar la defensa, y sufre numerosas bajas. Al alba los españoles salen del castillo a la bayoneta calada y masacran a los supervivientes que no logran huir, capturando todos los pertrechos y a pesar del cansancio del combate de toda la noche.

Monumento a Blas de Lezo en Caratagena de Indias la  "Ciudad Heróica".Durante 30 días los británicos bombardean por pura venganza, incluyendo el capturado buque “Galicia”, pero el cólera que han traído en sus naves y el escorbuto y la malaria generados por la falta de víveres frescos ante la presencia de guerrillas en su retaguardia provoca una hecatombe en sus filas. Las mismas guerrillas abastecen la ciudad a través de los canales y las ciénagas.

Además, el cañoneo desde la ciudad provoca el incendio del “Galicia” y la extensión de este a otras naves, que estallan. El cañoneo y asalto al castillo de Manzanillo fracasará en medio de grandes pérdidas ante la defensa de los criollos allí atrincherados en sus ruinas, y provocará un amotinamiento en las filas británicas que se saldará con el fusilamiento de 50 soldados.

Los ataques guerrilleros arrecian y los defensores de los castillos tienen que ser contenidos para evitar que salgan a rematar la faena, y evitar el contagio de las enfermedades de los británicos.

Sus barcos se retirarán lentamente sin dejar de disparar, acabando el 20 de mayo. Seis de ellos han de ser incendiados por falta de tripulación, y el resto va cargado de heridos.

Un mes y medio después fallece Blas de Lezo, agotado y malherido en un hospital. Se ignora donde está enterrado.

Su rival, Vernon, retorna en 1742 con 56 navíos al enterarse de su muerte, pero desiste ante las defensas. Murió en 1757 repudiado y olvidado. El rey Jorge I prohibió toda publicación sobre la batalla. La promoción de la figura del Almirante Nelson ante la amenaza napoleónica fue consecuencia directa de este hecho.

El Imperio español duraría un siglo más gracias a hombres
anónimos, de la talla de Blas de Lezo.



Blas de Lezo y la derrota de la armada invencible inglesa. IX.



LA
INVENCIBLE  INGLESA EN CARTAGENA DE INDIAS

(MARZO DE 1741)

El Almirante D. Blas de Lezo y Olavarrieta (1688-1741)

Esta página está dedicada a un héroe olvidado

El Almirante Patapalo D. Blas de Lezo, General de la Armada

 Nació en Pasajes (Guipúzcoa). En 1701 ingresó como guardiamarina y en 1704, ya iniciada la Guerra de Sucesión española, entró en combate como tripulante de la escuadra francesa que se enfrentó a las fuerzas combinadas de Inglaterra y Holanda en batalla librada frente a Vélez Málaga y en la que perdió la pierna izquierda por una bala de cañón, mostrando en el terrible trance tal sangre fría que admiró al mismo Almirante. Su intrepidez y serenidad en el combate fue premiado con el ascenso a alférez de navío y luego a teniente de navío. Participó en la defensa del castillo de Santa Catalina en Tolón donde perdió el ojo izquierdo. Ostentó el mando de diversos convoyes que socorrían a Felipe V en Barcelona burlando la vigilancia inglesa. En uno de ellos fue rodeado por fuerzas superiores, y apurado supo salir incendiando alguno de los buques que le seguían lo que rompió el círculo que le rodeaba.

En 1713 fue ascendido a Capitán de navío, y un año más tarde fue destinado al segundo sitio de Barcelona donde perdió el brazo derecho. En esa época, y al mando de una fragata, hizo once presas a los británicos entre ellas la del emblemático Stanhope, buque bien armado y pertrechado.Terminada la Guerra de Sucesión se le confió en 1723 el buque insignia Lanfranco y el mando de la Escuadra de los Mares del Sur,. limpiando de piratas las costas del Pacífico y capturando doce naviós holandeses e ingleses.

Contrajo matrimonio en el Perú en 1725 y en 1730 regresó a España siendo ascendido

a Jefe de la Escuadra Naval del Mediterraneo. Se trasladó a la Republica de Genova para exigir el pago de los 2.000.000 de pesos pertenecientes a España retenidos en el Banco de San Jorge, y que en desagravio se hiciera un saludo excepcional a la bandera española sopena de bombardear la ciudad. Ante la enérgica actitud el Senado genovés cedió de inmediato.
.En 1732 y a bordo del Santiago hizo una expedición a Orán comandando 54 buques y 30.000 hombres. Orán fue rendida pero Bay Hassan reunió de nuevo tropas y sitió la ciudad poniéndola en grave aprieto. Lezo acudio en socorro con seis navios y 5.000 hombres logrando ahuyentar al pirata argelino tras reñida lucha. Persiguió su nave capitana de 60 cañones que se refugio en la bahia de Mostagán defendida por dos castillos y 4.000 moros. Esto no arredró a Lezo, que entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes incendiándola y causando además gran daño a los castillos. Patrulló luego durante meses aquellos mares impidiendo que los argelinos recibieran refuerzos de Constantinopla hasta que una epidemia le forzó a regresar a Cadiz.
En 1734 el Rey premió sus servicios promoviéndolo a General de la Armada. En 1737 regresó a América con los naviosFuerte y Conquistador y fue nombrado Comandante General de Cartagena de Indias, plaza que defendió de los embates del almirante inglés Sir Edward Vernon, página gloriosa de las armas españolas

La Invencible inglesa contra Cartagena de Indias (1741)
La derrota de la Armada Inglesa en Cartagena de Indias en el siglo XVIII es un acontecimiento silenciado en la historia inglesa y desconcocido para la gran mayoría de españoles. La Historia está hecha de muchas mentiras, silencios y exageraciones y ésta página gloriosa de la época colonial está injustamente olvidada por el saber popular español y merece la pena contribuir a su difusión.
En Octubre de 1739 Inglaterra declara a España la guerra de la oreja de Jenkins y planea tomar la ciudad donde confluyen las riquezas de las colonias españolas, Cartagena de Indias (Colombia), dominar el comercio en el Caribe y, en una operación combinada con las fuerzas del Comodoro Anson que con el navio Septrentión y dos buques menores acosaba las colonias del Pacifico Sur, aniquilar el imperio español en América.
Aunque el origen de la guerra fue la rivalidad comercial entre las dos potencias, la causa inmediata de la conflagración fue un incidente cerca de la costa de Florida cuando el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el Rebbeca al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja; después de lo cual le liberó con este insolente mensaje: “Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve“. Este suceso enardeció a la opinión pública inglesa y dió lugar a que su Gobierno, presidido por su Primer Ministro Mr. Walpole, declarara la guerra a España presionado por comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados.
El 13 de Marzo de 1741 apareció por “Punta Canoa”, poniendo en vilo la ciudad de Cartagena, la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía: 2000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte. La flota, muy superior a la Invencible de Felipe II que sólo disponía de 126 navíos, está dirigida por el almirante Sir Edward Vernon y transporta 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica. En la expedición vienen 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro libertador George.
Las defensas de Cartagena no pasaban, en cambio, de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que dispone la ciudad: el Galicia que era la nave Capitana, el San Felipe, el San Carlos, elAfrica, el Dragón y el Conquistador.
Este pequeño contingente está dirigido por hombres decididos a defenderse hasta morir: el Virrey Sebastián de Eslava, Teniente General de los Reales Ejercitos con larga experiencia militar, y bajo su mando, pero en el mar, el celebre General de la Armada D. Blas de Lezo, lobo de mar que ya ha participado en 22 batallas y expediciones navales perdiendo la pierna y el ojo izquierdo en Málaga y Toulon y quedándole lisiada la mano derecha en Barcelona. Seguían en la jerarquía el Mariscal de Campo D. Melchor de Navarrete, Gobernador de la ciudad, a cuyo cargo quedó la parte administrativa y el abastecimiento de víveres, y el Coronel D. Carlos Des Naux, Ingeniero militar y Director de obras de fortificación, quien actuó primero como Castellano del Castillo de San Luis de Bocachica y luego como Castellano de San Felipe de Barajas. Aunque con algunas discrepancias de criterio en materia estratégica entre Blas de Lezo y el Virrey los cuatro hombres lograron por fin unificar su acción baja la dirección de Eslava y resistir a pie firme el embate inglés.



Lezo frente al castillo de San Felipe, señalando al horizonte por donde apareció la flota de Vernon en 1741
Años antes Vernon ya había merodeado dos veces Cartagena, y trazando círculos de buitre se había presentado frente a la bahía, pero Lezo lo había puesto en fuga con maestría de consumado marino. En la primera ocasión cerró el puerto con cadenas y situó sus buques en Bocachica para que los ingleses no pudieran entrar sin batirse con ellos e instaló en tierra un grueso cañón de 18 libras de su nave capitana lo que sorprendió al enemigo al contestar con artillería por un lado de la ciudad que consideraban desguarnecido. En la segunda dispuso sus naves de manera que con su fuego se encerrará a los navios ingleses dentro del campo de tiro largo y corto, los cuales de nuevo sorprendidos abandonaron la zona.
Ahora Vernon, envalentonado tras una acción de rapiña en la mal defendida ciudad de Portobelo (Pánama), vuelve con efectivos considerables y escribe a Lezo cartas desafiantes. Éste, como buen vasco, es tozudo y quisquilloso en cuestiones de honor: ‘Hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera Usted insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía…
Vernon despliega la flota bloqueando la entrada al puerto, y tras silenciar las baterías de “Chamba”, “San Felipe” y “Santiago” desembarca tropas y artillería. Es tan impresionante el despliegue de barcos en el horizonte que algunos vecinos consideran la situación perdida y procuran ponerse a salvo. Vernon ordena un cañoneo incesante que durará 16 días y noches al castillo de San Luis de Bocachica con un promedio de “62 grandes disparos por hora“. El castillo está defendido por 500 hombres al mando de Coronel Des Naux. Por su parte Lezo coloca cuatro de sus navíos, el Galicia, el San Felipe, el San Carlos y el Africa del lado interior de la bahía y en las proximidades del Castillo para apoyarlo con sus cañones. Aunque la defensa de Bocachica fue heroica con Lezo y Des Naux peleando en primera fila los defensores han de evacuarlo ante la abrumadora superioridad enemiga. Lezo hace barrenar e incendiar sus buques para obstruir el canal navegable de Bocachica, cosa que consigue parcialmente ya que el Galicia no coge fuego a tiempo. Sin embargo, se ha logrado retrasar el avance inglés de forma considerable y ello favorecerá el desarrollo de epidemias entre los asaltantes.



Los defensores optaron por replegarse totalmente a la Fortaleza de San Felipe de Barajas, motivo por el cual ni siquiera intentaron la resistencia en el Castillo de Bocagrande. Y muy contra la voluntad de Lezo, que trató de evitarlo hasta el fin pero se vió obligado por disciplina, se hundieron los dos únicos navíos que quedaban, el Dragón y el Conquistador, con el ilusorio objeto de impedir la navegación por el canal de Bocagrande. Pero al igual que en Bocachica, el sacrificio resultó en vano pues los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos para restablecer el paso y desembarcaron en las islas de Manga y Gracia dejando a un lado el Fuerte de Manzanillo. Hecho lo cual, un regimiento de colonos norteamericanos al mando de Lawrence Washington tomaron la colina de la Popa próxima ya a San Felipe de Barajas y que había sido abandonada por los españoles.

Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas y el estandarte de General en Jefe escoltado por dos fragatas y un paquebote, y dando la batalla por ganada despachó un correo a Jamaica e Inglaterra con tan fausta noticia. Tras ello ordena el desembarco masivo de artilleria y cañonear el Castillo de San Felipe desde mar y tierra con el fin de ablandar la resistencia final.

La defensa está formada por sólo 600 hombres bajo el mando de Lezo y Des Naux. Éste ya había resistido en Bocachica e iba a batirse de nuevo contra el empuje inglés hacia la fortaleza de San Felipe.
La defensa fue numantina y la batalla violenta. Al fin Vernon resuelve que la infantería tomará fácilmente la fortaleza pues se encuentra con daños considerables. La noche del 19 al 20 de abril se dan los hechos decisivos, los atacantes al mando del General Woork avanzan entre sombras en tres columnas de granaderos y varías compañías de soldados, además de los esclavos macheteros jamaicanos que van en vanguardía. Su progresión es lenta por el pesado equipo de guerra que transportan y por el fuego de fusilería desde las trincheras y lo alto de la fortaleza. El avance se frena ante las murallas ya que por imprevisión la longitud de las escalas para salvar el foso resultan cortas y los atacantes quedan aturdidos al no disponer de fajinas y materiales para facilitar la aproximación al fuerte. Los defensores arrecian en su fuego nutrido y certero desde lo alto, lo que origina una mortalidad espantosa.
Al alba un macabro espectáculo de muertos, mutilados y heridos vagando como espectros aparece alrededor de San Felipe haciendo evidente la hecatombe inglesa. La salida de los españoles que cargan a bayoneta calada provoca la huida desordenada de los asaltantes que pierden cientos de hombres y todos sus pertrechos.

El bombardeó inglés prosigue desde el mar 30 días más sin un objetivo claro, pero el cólera y el escorbuto comienzan a provocar decenas de muertos que flotan en la bahía lo que hace la situación desesperada.

Vernon, altivo y malgeniado, recrimina al parsimonioso General Wentworth, Jefe Supremo de las tropas de desembarco, por el ignominioso fracaso y las desavenencias llegan a un punto insostenible. Al fin el Alto Mando inglés ordena la retirada, lo que se realiza de forma lenta y sin cesar de cañonear la ciudad hasta que “no quedó ninguna vela inglesa”. Los últimos veleros parten el 20 de Mayo, pero los ingleses han de incendiar cinco de ellos por falta de tripulación. En el regreso a Jamaica hunden otro y cada barco parece un hospital.
Mientras en Inglaterra se supone como cierta la victoria con arrogancia y orgullosa satisfacción. Aún se desconoce el infausto final y se acuñan medallas conmemorativas mostrando a Lezo arrodillado ante Vernon entregándole la espada con la inscripción “el orgullo español humillado por Vernon“. En ellas el vencido aparece con dos piernas, dos ojos y dos brazos para obviar que es un hombre lisiado. En el reverso había seis navios y un puerto, y alrededor la inscripción: quien tomo Portobelo con solo seis naviós, Noviembre de 1939. Éstas medallas, de las que se conservan algunas todavía, fueron motivo de burla durante mucho tiempo por parte de los enemigos de Inglaterra, “debiendo ser en sus autores tanta mayor la vergüenza cuanto fue mayor su ligereza y arrogancia”.
Medalla inglesa con Lezo arrodillado ante Vernon, con la leyenda: “el orgullo español humillado por Vernon” (Grabado de Coverns, Amsterdam 1741)

Semanas después Lezo malherido y extenuado por la batalla se hunde en las tinieblas del olvido. Sus últimos momentos se enmarcan dentro de la ingratitud y la amnesia de un camastro en algún hospital de Cartagena. Su cuerpo cercenado se deposita sin honores y se ignora donde esta enterrado.

Vernon, sabedor de la muerte de Lezo, rondó de nuevo Cartagena en 1742 con 56 navios, pero sus espías le informaron de la reparación de las defensas y de la presencia del Virrey Eslava en la ciudad por lo que no se decidió a atacar y partió a enfrentarse al juicio de la historia. Murió en 1757 repudiado y olvidado por su pueblo, y el rey Jorge II prohibió toda publicación sobre el asalto a Cartagena que quedó así sepultado en la historia. Inglaterra no volvió a amenazar seriamente al Imperio español que subsistió un siglo más. España, en cambio, contribuyó añós más tarde al desmoronamiento de las colonias inglesas en Ámerica, hecho que también ha tratado de silenciarse: España en la Guerra de Independencia yBernardo de Gálvez (1746-1786) .Poco después de ello los ingleses promoverían la figura de Nelson para elevar la moral y el patriotismo ante la amenaza napoleónica.
Cartagena de Indias en Marzo de 1741. Disposición de la flota inglesa de Vernon
El asalto a Cartagena de Indias pasó así a ser un anecdótico episodio de mala suerte debido a enfermedades tropicales mal conocidas. El propio Nelson fue en cierto modo víctima de esta conspiración de silencio. Poco después de afirmar que los Dons sabían hacer barcos pero no pelear tuvo que retirarse humillado y sin su brazo derecho tras el intento de captura de Tenerife (Julio de 1797), cosa que también daba por hecha, y entregar su vida en Trafalgar ante los Dons que pelearon de forma valiente bajo un inepto mando francés.
Y los españoles, por contra de los ingleses, somos tan miserables que nos avergonzamos de nuestras hazañas y hurtamos al saber popular figuras como la de Blas de Lezo y Olavarrieta, marino español y vasco de Pasajes (Guipuzcoa). Su legendaria vida, y anónima muerte, contribuyó a cambiar la historia en América y no desmerece frente al mejor guión de aventuras de Hollywood.
Todo lo que se pueda hacer por difundir esta figura silenciada por unos y olvidada por otros parece insuficiente. Su lugar en la historia ha de estar junto a los grandes nombres de la época colonial. Por mi parte sólo espero que mediante esta página contribuya, aunque fuera de forma modesta, a lograr ese objetivo.
Cántabros en Cartagena de Indias (1741)
D. Blas de Barreda y Campuzano. Nacido en Santillana, Capitán de fragata. Durante el sitio se condujo con notable arrojo y bizarria y tuvo el honor de ser comisionado por Lezo y Eslava para traer la noticia de la victoria a España. Tras anunciar la ventajosa noticia se le confió el Brillante que patrulló en el Mediterraneo y costas de Francia.
D. Felipe Gonzalez Haedo. De Santoña. Embarcado en el navio Europa, estuvo a las órdenes de D. Blas de Lezo en los dos intentos de invasión de Cartagena por Vernon. Obtuvo el honor de que le confiriesen el mando del baluarte de San Pedro Mártir, y tuvo la fortuna de participar en el rechazo a los ingleses en el castillo de San Felipe de Barajas. Por su conducta resuelta se le ascendió a Alferez de navio el 23 de marzo de 1741.
Marco A. Gandarillas (Junio de 2000)

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Marco Antonio Gandarillas

Dr. en Medicina (Universidad de Cantabria)
  • Medico del Trabajo
  • Técnico Superior de Prevención
  • Diplomado en Diseño y Estadística
  • Hematólogo

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